Y se me acabaron los días de verano, regreso a la cuidad donde de seguro todo lo que deje atrás no se canso de esperarme, y de nuevo llego sola, llego sin nadie y sin nada. Y aunque mantengo la satisfacción de lo vivido, me queda la nostalgia de lo que recordare.
Miro a la ventana y la costa se hace mas lejana, comienzan a aparecer todos los desiertos que le siguen a la región marina, y me hace pensar en lo seca que es la vida sin experiencias gratas, me duermo un momento y ya están amenazantes las rocosas montañas, siempre con la amenaza constante de caernos encima. Veo lo afilados de sus bordes y siento como aun cortan las palabras del pasado, aunque veo mis heridas y casi ya no hay huella, no cicatrices.
Todo se vuelve oscuro y el horizonte pierde su dorado matiz, poco a poco se vuelve mas negro, tal vez mientras mas nos alejamos o solo es el transcurrir del tiempo, pero aun si me hace sentir mal, me hace sentir triste con este fin de verano, la sal del mar me curo todas las heridas, la brisa amarina renovó mis esperanzas y el mundo me sonreía, el sol me tostaba la piel y era feliz. Ahora de nuevo al sol abrasador que quema, el aire sofocado de rutina y el cielo apesadumbrado que nos anuncia el invierno.
Por suerte disfruto del invierno, disfruto del calor de una buena bebida, que con cada sorbo me recuerdan cada buen beso, disfruto del aire helado rozando mi cara, me hacen sentir amada por el mundo, y me gusta la leve llovizna que cae cuando el clima se acuerda de mi…
Pero aun así ansío el verano nuevamente, ansío el sabor salado del agua, el olor a libertad de la brisa marina. Ansío la sensación de la arena bajo mi piel. Pero por sobre todo extraño mirar al horizonte y confundir el mar con el cielo y que se repita la misma sensación de cuando me perdía en tus ojos y solo me provocaba besarte…
(Inspiración de una noche calurosa)
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